EL LOBO

 

Es harto difícil abatir un lobo en rececho, salvo en parajes con gran densidad, pues este animal hace gala de una buena cualidad para él y nefasta para el cazador, la imprevisibilidad. Además de lo anterior dispone de una gran sensibilidad para el detalle, cualquier cambio en el entorno será apreciado por él. Es portador de una inteligencia envidiable y en la mayoría de los casos resuelve a la perfección las situaciones que ponen en peligro su integridad.

Puede moverse al atardecer, al amanecer, de noche, o a cualquier hora del día. Dormita en atalayas seleccionadas donde dispone del control de un amplio entorno en el que detecta cualquier movimiento incluso a distancia, dispone de una excelente vista.

Teniendo en cuenta lo anterior el aspirante a cazar un lobo ya se dará cuenta de que el rececho de este animal no se parece en nada a las especies habituales, corzo, ciervo, o jabalí. La inmovilidad total, la ropa utilizada, la dirección del viento, y el lugar elegido para el aguardo son aspectos fundamentales para el éxito, además son cualidades imprescindibles la paciencia, el sigilo, la vista, y sobre todo la concentración del cazador. Es evidente que si se trata de un macho viejo, que es lo que debemos abatir, respetando a las hembras y lobeznos, todas las precauciones antes aludidas serán pocas. La satisfacción que produce conseguir un buen trofeo es incomparable por la mencionada dificultad, sabiendo que a su vez aseguramos la supervivencia de la especie.

La mayor parte son abatidos en monterías precisamente por la dificultad que ofrece su caza tanto en aguardo como en rececho.

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